Familias como los Torres y los Valencia han sufrido pérdidas millonarias. Don Lázaro comercializaba entre 130 y 150 litros diarios de leche con una quesera de Las Choapas, Veracruz. Hasta el pasado lunes tuvo su última venta.
Familias como los Torres y los Valencia han sufrido pérdidas millonarias. Don Lázaro comercializaba entre 130 y 150 litros diarios de leche con una quesera de Las Choapas, Veracruz. Hasta el pasado lunes tuvo su última venta.
Luego de un recorrido realizado por El Heraldo de Tabasco este miércoles 26 y jueves 27 de marzo de 2025 en ranchos de las comunidades más afectadas por la mortandad de reses a causa del consumo de pollinaza en el municipio de Huimanguillo, se pudo constatar que los animales siguen muriendo. De acuerdo a los ganaderos, el total de fallecimientos podría llegar a mil 800.
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La crisis que inició de manera masiva la semana pasada en la zona de la sabana, se acentuó principalmente en las comunidades cercanas al estado de Veracruz, hasta donde se dirigió personal de esta casa editorial.
La familia Torres
Uno de los lamentables casos fue el que le ocurrió a la familia Torres, dos hermanos y uno de sus hijos que perdieron casi todo su patrimonio como pequeños productores en el ejido El Guanal, uno de los más alejados. Lázaro Torres Jiménez, de 55 años de edad y padre de cuatro hijos, se dedicaba a la cría de ganado lechero. Antes de que empezara la mortandad tenía 74 reses en pie; hasta ayer se le habían muerto 34, mientras que enfermas le quedaban cinco tiradas que ya no se podían levantar.
Durante el recorrido por su rancho de 60 hectáreas, se pudieron observar al menos dos sin fallecer: una tirada en un vado con la cabeza fuera del agua y otra moribunda que respira con dificultad y que mueve su oreja al escuchar a su amo. Las otras tres se encuentran en los extremos de su propiedad.
Aunque los decesos se hicieron virales el martes 18 de marzo, sus vacas empezaron a fallecer desde el sábado 15, y sólo ha podido enterrar 21 cadáveres, su terreno parece un cementerio al aire libre con el resto de vacas muertas tiradas por doquier con moscas, gusanos y zopilotes consumiendo lo que queda del organismo. No ha podido sepultar lo que queda porque lo hace a mano, con palas, junto con sus hijos y tardan medio día en enterrar solo una.
Don Lázaro comercializaba entre 130 y 150 litros diarios de leche con una quesera de Las Choapas, Veracruz. Hasta el pasado lunes tuvo su última venta ya que la empresa le notificó que no comprará más producto lácteo en la zona por la situación. Desde este martes ya no tiene ingresos.
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Su hijo, Marco Antonio Torres Toga, de 30 años de edad, con otro rancho en el mismo ejido, apenas comenzaba su actividad como pequeño productor con 18 vacas lecheras, de las cuales podía ordeñar a nueve. Hasta el momento se le han muerto cuatro y tiene una caída con la esperanza que no se agrande más su pérdida.
El hermano de Lázaro, Candelario Torres Jiménez, de 46 años de edad, tiene 45 hectáreas en otra zona del ejido donde tenía 85 vacas lecheras, de las cuales seis que murieron, ya las enterró. Aquí pudimos observar un ejemplar caído enfermo con los síntomas de la intoxicación que intentaba pararse y no podía.
La raza del ganado de la familia Torres es de cruza. Uno de sus ejemplares con un peso aproximado de 400 kilos puede valer entre 22 y 28 mil pesos. El litro de leche en la zona se comercializa hasta en 11 pesos; tan solo don Lázaro Torres Jiménez dejó de percibir mil 650 pesos diarios en un día de buena producción. Él ha calculado su pérdida económica hasta ayer en al menos 800 mil pesos.
La familia Valencia
Una de las familias con más mortandad de reses es la Valencia, por la que se hizo viral esta situación en sus propiedades ubicadas en la comunidad Manuel Sánchez Mármol y Francisco Gaytán. Uno de ellos, Gildardo Valencia Carranza, dueño del rancho “El Tapatío”, tenía un total de 600 cabezas de ganado de doble propósito, es decir, lechero y de engorda para productos cárnicos.
Le dio de comer pollinaza a 500 y hasta ayer se han muerto 200. De esas se han enterrado 170 y el resto está a la espera de que llegue la retroexcavadora para poder ser sepultadas. Mientras tanto tiene 10 más que se encuentran caídas enfermas, pudiéndose observar algunas. Su producción diaria de leche ascendía a 1 mil litros diarios que vendía para una quesería. Sin embargo, no puede comercializar el líquido lácteo de las vacas que le quedan porque las utiliza para alimentar a los becerros que siguen vivos.
Su ganado de más calidad incluye cruzas de cebú con suizo, holandés con guzerat y raza de registro brahman rojo. Sus vacas lecheras oscilan entre los 40 a 50 mil pesos. Además, perdió 30 animales para la producción de embriones que variaban de precios dependiendo de la genética, con valores de 200 mil, 150 mil, 100 mil, y 80 mil pesos las más económicas, y seis toros de registro de 200 mil pesos cada uno.
Su hermano, Felipe Valencia Carranza, con su rancho al lado y uno de los más afectados, indica que hasta ayer ha perdido más de 500 cabezas de ganado lechero, y tiene todavía caídos enfermos alrededor de 50; en esas condiciones se observaron varias reses en diversos puntos de esta propiedad de 600 hectáreas.
En el rancho hay trabajadores de los Ayuntamientos de Huimanguillo y Cárdenas que ayudan a enterrar los cadáveres con el apoyo de una retroexcavadora que el miércoles se rompió. El supervisor lleva un registro diario de las que han enterrado, ese día hasta antes que dejara de funcionar la máquina llevaban 14, con una que quedó pendiente donde la máquina se descompuso. Los últimos cuatro días en su apunte, llevaban 100 sepultadas.
Felipe comercializaba diariamente hasta mil 200 litros de leche con una quesería de Comalcalco. Su ganado es similar al de su hermano, detallando que ha perdido 80 ejemplares de registro. Para no desgastarse calcula su pérdida de las que no son de registro, con precio de rastro con un valor promedio de 25 mil pesos. Tenía una plantilla de 22 trabajadores, ha despedido a tres de ellos y espera no verse orillado a finiquitar a más.
Entre los dos hermanos que son considerados de los grandes productores se puede estimar una pérdida económica de hasta más de 29 millones de pesos, sin tomar en cuenta los ingresos por venta de leche diaria que dejaron de percibir.
Proyectan mil 800 reses muertas en total
Entre las familias Torres y Valencia tienen previsto la muerte de 67 vacas más de las caídas enfermas, de las cuales se pudieron documentar algunas en sus propiedades. En esta zona de la sabana, 47 ganaderos de diferentes niveles de producción entre pequeños, medianos y grandes, distribuidos en 20 comunidades desde la cabecera municipal de Huimanguillo hasta la colindancia con el estado de Veracruz, a lo largo de la carretera Tierra Nueva-Francisco Rueda, sufrieron por la mortandad de reses intoxicadas por el consumo de pollinaza.
Durante el recorrido se pudo hablar con otros productores pecuarios que informan la misma situación, es decir, que todavía tienen vacas fallecidas sin enterrar, y están a la espera de las que faltan por morir y que permanecen enfermas en el suelo. De acuerdo a los cálculos de los propios ganaderos que han platicado entre ellos, tienen proyectado que en total perecerán mil 800 ejemplares.
Con información del
HeraldodeTabasco.